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jueves, 3 de junio de 2010

"DON RAÚL SÁENZ". ¡MI BATERISTA DE LUJO Y REY DE LA RESPONSABILIDAD!.

Siempre he dicho que cada artista tiene lo suyo. En el caso del maestro de la percusión Raúl Sáenz, diré que fue el que más se adecuó a mi repertorio. ¿Por qué?. Simplemente por que nos agradó la música antigüa, el repertorio añejo, aquel que me evocaba las fiestas de mi hogar y con orquestas y conjuntos que hacían el baile en base a valses, pasodobles, boleros y guarachas con su correspondiente huayno y marinera. Nacimos hechos a la música, oyendo melodías  italianas, francesas y de los grandes maestros en la radio. He tenido y con gran gusto a "Papi" Cornejo, a Fernando "El Dolton" Bolarte y otros bateristas de nivel especial en mi agrupación orquestal.

Más modernos y de toque diferente. Son mis amigos y los recuuerdo constantemente. Pero, Raúl Sáenz, tenía el estilo de ayer y como mis clientes eran generalmente de la Guardia Vieja, tocar un fox o algún tema del cofre de los recuerdos, era muy sencillo para él, adecuarse al momento. Con decirles que, confiado en su maestría nunca tuvimos un ensayo. Todo su respaldo se basaba en su gran experiencia. Ya era un señor de edad, en relación a los otros. Quienes vieron a Ferrando y su "Trampolín a la Fama", recordarán sin duda a Otto de Rojas como acompañante en el piano o teclado. Lo secundaba en la batería el viejo Raulito Sáenz.

Allí, en Panamericana T.V. nos conocimos. Me dio su teléfono y como esta profesión es generalmente activa los fines de semana, nos sorprendía con algún contrato imprevisto y recurrimos muchas veces a él que jamás ponía objeciones y se entregaba al "chivo" con mucha honestidad. Les cuento que debíamos ofrecer nuestros servicios un sábado a partir de las 11 de la noche. Raúl había viajado a provincias con la "peña Ferrando" y había calculado llegar antes del contrato en mención. Sin embargo,  al arribar al local de la fiesta, nos dimos con la sorpresa de no hallarlo. Nos instalamos e hicimos una llamada a su casa.

Su esposa nos dijo que de todas maneras llegaba y no nos preocupáramos. Dieron las 11 y ya la espectativa de los concurrentes se hacía notar. Tuvimos que empezar sin él. Era un solo de Acordeón Electrónico y "pandeiro". Los bajos de mi instrumento llenaban el gran ambiente. Lucho, frente al micrófono, animaba con su pandereta a todo sonar. Gracias a Dios, nadie notaba la falta del baterista. Era tanto el bullicio y la atención por la fiesta que empezaron a bailar frenéticamente. De pronto, en medio de la algarabía, aparece Raulito Sáenz y ayudado por Lucho, arman su instrumento. Se completó el trío y la jarana se puso buena.

Había llegado agitado, del aeropuerto a la fiesta. Lucía muy cansado. Transcurrieron las 3 primeras horas de cuatro y se me hacía un nudo en la garganta verlo actuar. Notaba que su físico, el viaje y trajín con la "peña", más sus años, hacían su efecto en mi querido amigo. Faltaba sólo una hora para cumplir el contrato y no pensaba hacer ni una sola más. La gente muy alegre movía el "esqueleto" al ritmo, son y canto de Lucho Vivar, cuando, en plena guaracha, un estruendo de tambores y platillos por el suelo, remeció el ambiente. Había caído sobre ellos  vencido por el sueño y el cansancio. Creanme, jamás me sentí tan mal por lo que le sucedió a mi gran baterista.

Gracias a Dios y a mi instrumento maravilloso de gran sonido y a la voluntad y arte de Lucho Vivar, hicimos no sólo la hora faltante, sino también, una hora extra. En esta reseña, queda puesta en evidencia la suprema RESPONSABILIDAD del gran artista que fue "DON RAÚL SÁENZ", connotado baterista de "Roberto Mori y su Orquesta" y tantas otras similares que contaron con su valioso aporte. Fue un lujo contar con su compañía y recuerdo mucho a Esther Granados, a quien secundamos una vez en muchos valses y polcas y al finalizar su actuación nos ponderó diciéndonos que, parecía hubiéramos ensayado toda la vida. Gracias.


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