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miércoles, 4 de enero de 2012

"RECORDAR ES VOLVER A VIVIR" COMPARTO MIS REMEMBRANZAS CON LO QUE NOS TOCÓ EXPERIMENTAR EN LA RADIO ALLÁ POR 1950.

Los discos de 78 RPM.
A pesar de estar ya inmersos en este mundo de lo digital, vamos a evocar en primer lugar y es parte de la historia, los famosos discos de carbón que giraban a 78 revoluciones por minuto (RPM). Aquellos rompibles a la primera caída. Recuerdo mucho unas grabaciones del vals "El Danubio Azul" y que venía en un disco grande y por las dos caras. Un Concierto de música clásica, venía en un album con cada movimiento en un disco gigante de cuatro en total. Pesaban y había que tocarse con las famosas agujas parecidas a una "púa" de trompo. Época de la Victrola. Por aquellos tiempos, todo era en vivo y en directo. 

Marco Antonio Castro, Fidel
Ramírez Lazo y Alberto Arenas
En un principio los comerciales y las promociones estaban a cargo del locutor que se encontraba de turno. El operador sólo se encargaba de prevenirlo con una luz verde y luego le mostraba la roja, que significaba micro abierto. El locutor se comunicaba con el controlador a través de un timbre o chicharra. Había dos kárdex. Uno para los comerciales y otro para las promociones de la radio. El trabajo de los programadores era arduo y así no más no se podía dejar la cabina de locución. Llegar apurado te podía costar una gran broma. Así  le pasó a Marco Antonio Castro. Eduardito Cavero le colocó una tachuela en la silla y cuando trató de dar la hora, lo que se escuchó al aire fue un grito de dolor tremendo. Sin mayores comentarios.

Alfredo Bouroncle, Ina Barúa y Violeta
Bourget. De espaldas el "carreta" Jorge
Pérez. Siguen Luis Álvarez, Sorogastúa,
Espichán y josé Carlos. Ana Mendoza y
Consuelo Rey, esta última "caserita".
Se daba la hora y se acompañaba con un timbre al que había de darle un golpe. En otros casos, se utilizaba una lámina de metal que al ser percusionada, emitía un efecto de "gong". Muchas veces nos ganaba el tiempo y los suplíamos con un silbido imitando un "cu cú". Allí estaban los gastadores de bromas que cuando llegabas a tu turno, te escondían el gong o el percutor. Otros más osados, se llevaban el kárdex. También estaban los que, no se cómo, te adelantaban la hora del reloj y si no estabas atento y no poseías uno propio, caías en la bromita pesada. Felizmente no se realizaban con frecuencia.

Nora Guzmán, Marco Antonio Castro,
Bertha Palacios, Armando Ortiz Lamberth,
Rafael González Guía y Zarela Cruzado.
José Ugaz, Oscar Ross y Sergio Vergara. 
Una manera de poner en jaque al operador y del que estábamos separados a través de una ventanilla cerrada  herméticamente con doble luna, era simular en silencio que leíamos un comercial. Se volvía loco. Giraba las perillas del control, nos ponía la luz roja y era una tragedia verlo en esa actitud. Se producía un "bache" y muchas veces llegaba el Gerente a averiguar qué sucedía. La radio estaba fuera del aire.No había los Long Play todavía. Finalmente llegaba el ingeniero, revisaba el tablero y como por arte de magia, ya nuestra voz era oída desde el control. Nunca nos descubrieron. Hubo bromas mayores.

Aquí estamos sobre el pasto con Samuel
Soto, José Lázaro Tello y Carlos Alfonso
Delgado. 
Mi operador de ese entonces en Radio Victoria era Samuel Soto Marius, muy amante de jugarse con los locutores. Lo que hacíamos, era parte de una pequeña "vendetta". Me enteré que el querido "Pájaro Loco" falleció hace dos años. Lo sentimos mucho y hasta Eduardo Cavero Jr. se enteró de la noticia y en verdad que lo lamentó. Aún recuerdo lo que le hizo a un actor debutante y que no tenía libreto. Debía gritar ¡Al Ataque! en cuanto le pusieran la mano sobre el hombro. En el ensayo se cumplió sin novedad. Ya en plena actuación y en un momento de mucho romanticismo entre la dama y su galán, Samuel le tocó el hombro y... ¡ya se imaginarán el revuelo que causó!

Nilda Muñoz, Manuel Obregón, Elías Roca,
Benjamín Ureta (el bromista) y José Carlos.
Otra perla más. No se de donde la conseguiría pero se traía una vejiga de res que, inflada, podía quedar sellada con sólo unir la "boquilla". Se la entregaba a Benjamín Ureta y este la posicionaba en la silla de alguna actriz que estaba de pie frente al micrófono en plena actuación. Al retroceder a su asiento, se sentaba sobre la vejiga y el ruido que producía al ser presionada, no era para nada agradable. Imagínense. Generalmente recaía esta broma en los actores o actrices más serios o de mayor edad. Así era la radio. Tenía de todo y hasta graciosos también. Qué remembranzas ¿no? Gracias.

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