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miércoles, 21 de diciembre de 2011

MIS RECUERDOS DE LA NOCHE BUENA. ¡LOS PEDIDOS AL NIÑO JESÚS! UNA ANÉCDOTA.

"EL NIÑITO
JESÚS"
Hace 53 años, todo el tiempo de nuestro feliz matrimonio, un "niñito" ocupa la cuna de aquel pesebre en el que naciera Jesús. Cada mes de Diciembre, sentimos la necesidad de reencontrarnos con Jesús. Volver a aquella alegría que nos une cada vez más. Es por eso que este año, mi querida esposa Antonieta, vuelve a levantar su Nacimiento con la ayuda de Juanita, mi hija, y cada vez ocupando más paredes de la sala hogareña. Cada mañana hacemos el rezo, aquel del ritual alrededor de la corona de espinas.

Pero vayamos a la remembranza. Siempre se nos acostumbró a esperar al Niño Jesús. Después sería el Papá Noel y a esperarlo con la mirada puesta en la ventana de nuestro dormitorio. ¡Siempre nos quedábamos dormidos. Hablamos del niño Carlitos de tan sólo 5 años. Muy iluso y creyente. No acostumbrado a lo que hoy predomina: el obsequio fastuoso y exagerado de juguetes. Nuestro "Papá Noel Ángel", mi padre, debía mantener con su sueldo de policía honesto, a una familia llena de hijos. Fuimos siete hermanos.

¡Cómo olvidar aquel primer juguete! Un monito que saltaba estirado por una goma. Tan modesto, hoy lo digo, pero en aquel momento: ¡un lindo juguete! Siempre crédulo y esperanzado, y ya concurrente a ver las "seriales" como "El Llanero Solitario", siempre deseaba tener lo necesario para disfrazarme de él. Así, en otra navidad, le escribí a Papá Noel para que me complaciera. Con toda la ilusión gigante de un niño confiado y sano, puse mi carta en los zapatos a la ventana y me quedé dormido. No puedo olvidarlo.

Aquel despertar fue una desilución. Quien me había seguido el juego fue mi hermano mayor al que que cariñosamente le decimos "Chocatito", de Sócrates. Era también un niño. ¿Saben lo que hizo Chocatito? Me hizo la máscara del "Llanero" con una tapa negra de algún cuaderno. Las pistolas, las confeccionó con dos hojas de "El Comercio", muy enrolladas y dobladas por el medio, es decir, las clásicas pistolas que nos ingeniábamos los niños de esos tiempos. Y le creí cuando me explicó que Papá Noel estaba pobre.

¡Qué cándido era! Como todos los niños de aquellos dorados tiempos. Mentes sanas y limpias. Creyentes al máximo y que se conformaban con lo que recibíamos en nuestro hogar. Fue una decepción en esos mis primeros años y, a modo de bromearnos un poco, siempre se lo recuerdo a Sócrates. Pero, no nos afectó en lo profundo de nuestro ser. Nos agrada ver felices a otros y hoy, sin estar muy de acuerdo, criticar aquella ostentación que muchos padres modernos demuestran a sus hijos, llenándolos de juguetes.

Creo que la culpa es de los chinos que los han abaratado y hasta en los más humildes hogares de cualquier cono, los niños disfrutan de un verdadero juguete. Una remembranza sin enojos. Recuerdos de nuestra humildad y que toma fuerza cuando sentimos el verdadero sentido de la Navidad. Jesús nació en un pesebre muy humilde y de allí se convirtió en hombre para morir por nosotros. ¡Vaya qué relato! Les deseo que este 25 en su Noche Buena, se hagan realidad vuestros deseos. ¡No pidan mucho! Gracias.

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