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martes, 19 de marzo de 2013

JOSE CARLOS SERVAN, MAESTRO DE CEREMONIAS POR 10 MINUTOS EN EL TEATRO MUNICIPAL DE LIMA. CONCURSO "MISS PERU". UN LLENO TOTAL.

Tarea de calma por 10 minutos
Lo que reseño enseguida, es algo que nos sucedió de manera imprevista en nuestro trajinar por los diversos escenarios en los que nos cupo la grata tarea de participar como locutor. La época es la de "Telecentro" y se trataba nada menos que la fecha final del Concurso de belleza "Miss Perú" del año. Cumplíamos con nuestra labor de locutor "off" en las presentaciones e igualmente la publicidad del programa. Encargada de esta transmisión, Panamericana Televisión. Por supuesto que esta señal iba a ser vista a nivel nacional e internacional. Fuimos citados a las 3 de la tarde y la hora estaba fijada para las 7 pm. Este tipo de programas necesitaba de antemano una serie de coordinaciones y el movimiento que se veía en aquel escenario era dramático. 

Por otro lado, algo bastante atractivo con las bellezas participantes en todo su esplendor. Lindas chiquillas en la edad de la flor y muy nerviosas. Ensayos y una serie de consejos a cada una de ellas por expertos. Observábamos todo con el entusiasmo que acompañaba el momento. Ultimos toques de la escenografía, los especialistas luminitos buscando los mejores ángulos y el director de cámaras ubicando a sus camarógrafos para que las tomas fueran perfectas. Lo cierto es que aquello era un laberinto y todo bajo telón cerrado. Así fue. Nada menos que en el escenario del Teatro Municipal, antes de aquel incendio que lo destruyera. Maquilladores, peinadores, coreógrafos y decenas de personas cumpliendo un rol diferente. 

Bellezas en el "Miss Perú".
Todo aquello lo observábamos con paciencia, hasta que nos correspondiera intervenir. Dos horas para el inicio del programa y aparecieron Zenaida Solís, Humberto Martínez Morosini y su hijo Roberto. Las horas avanzaban y a las 6 de la tarde se permitió ingresara el público y que, en cierto modo, no era el adecuado para el Teatro Municipal. Barras de candidatas y con un comportamiento alterado y que empezó a hacer sonar bocinas y arrojar objetos. Nos alcanzó las 7 de la noche y observábamos desde nuestros rincón, detrás de las grandes cortinas del teatro, cómo empezaban las silbatinas y protestas del público exigiendo el comienzo del programa. La verdad es que esa platea y el lugar del jurado elector no se sentían muy a gusto. Igual los colegas  animadores. 

Zenaida Solís se nos acerca y casi suplicante nos pidió salir al escenario y calmar al público. Tarea tremenda. Le dije: ¿Por qué no lo hace Humberto? Me contesto: Hazlo tú, por favor. La verdad que era un reto y como jamás hemos declinado a ello, en fracción de segundos tuve que ponerme en acción. La bulla era cada vez más alucinante. ¿Cómo ingresar y llamar su atención? Saqué la cabeza, tan sólo la cabeza, entre el cortinaje. Observé a la gente y nadie lo notaba. El bullicio continuaba y pude ver entre los del Jurado, repito, a Chabuca Granda, Enrique Escardó Vallejo de la revista "Gente", entre otros. Hasta que, como por arte de magia, el respetable guardó gran silencio. Fue algo inédito. Todos me observaban. Eran solamente mi rostro y mis anteojos gruesos. 

El gran Teatro Municipal.
Permanecí en esa posición por el tiempo de un minuto. Todos, absolutamente todos, hasta la orquesta, me miraban. Y decidí ingresar como un huracán y llegué a la pasarela. Pregunté, micrófono en mano, por la hora. La respuesta fue una silbatina gigante y el arrojo de papeles desde las galerías hacia la platea. Algo completamente fuera de lugar. Caminé como de retorno y fue allí en que reaccioné y los reté a demostrar de qué lado arrojarían más papeles. No se hizo esperar la respuesta y cayó de todo. Terminaron y les pedí que me oyeran. Les mentí con el cuento de que el peinador "Choco" no había terminado de acicalar a las bellezas y solicité una silbatina especial para él. Con las manos en alto pedí calma y los invité al silencio. Todos callaron y el Jurado nos observaba.

Les expliqué que el programa iba a empezar y necesitaba que este reflejara nuestra cultura. ¿Estamos de acuerdo? ¿Verdad? Todos respondieron ¡Si! Nada de fumar ni botar papeles, porque las cámaras iban a captar todo y había que emitir un programa que dejara en alto la cultura del país. Comenzaron a aplaudirme y fue entonces que le pedí a la orquesta, a mi señal y a modo de ensayo, una fanfarria. El director, excelente músico y colega, aceptó lo propuesto y tras esa acción, me retiré entre aplausos de un público más calmado y consciente. Se pudo llevar a cabo el concurso con toda normalidad y semanas después, me sorprendería una nota en la revista "Gente" que nos dedicara Enrique Escardó sobre este suceso. Gajes del oficio. Gracias.