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Nicolás Rodas |
Este es un recuerdo imborrable de lo más ingrato. Siempre nos hemos distinguido por nuestro espíritu solidario para con los compañeros de trabajo. Siendo todavía un adolescente y laboraba durante mis vacaciones escolares en el Arsenal Central de Aeronáutica, ocupaba el lugar de "encargado" de la sección imprenta y sin la menor noción de lo que significaba un acto de protesta, conduje a mis compañeros a una huelga de brazos caídos y dejamos sin sobres de pago a todo el personal de esa entidad. Por supuesto que resultamos todos en la calle y me salvó la minoría de edad para no ir a prisión. El motivo: Exigir pago de horas extras por sobre tiempos que no se nos quería otorgar.
En anterior reseña sobre Victoria Televisión y el paro sindical que ocasionó su final, expongo que jamás caímos a la tentación de beneficiarnos con ofertas a costa de los compañeros de trabajo. Terminamos en la calle, completamente abandonados y luchando por que se nos reconociera los beneficios laborales. Todo el mundo cobró. No se nos despidió y la nueva empresa no quería saber nada con nosotros. Fue una dura experiencia, porque después nos despidieron sin derecho a nada. Nos quisieron dar una lección y la supimos afrontar como una "misión imposible". Todo por ser leales y honrados.
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Con Diana García de Palacios. |
En 1970 ingresamos a América Televisión Canal 4 a través de los programas de Kiko Ledgard y nuestra fama sindical había llegado a sus trabajadores y nos invitaron a integrar una directiva de su flamante sindicato. De nada valieron las anteriores malas experiencias para rechazar la oferta. Encontramos en Canal 4 de Lima, una nueva vivienda de trabajo. Ahora, en el famoso canal, no nos costaba nada haber hecho caso omiso a los sindicalistas. Siempre pensando en la honestidad y seriedad de esos cargos, asumimos una secretaría y estuvimos inmersos en muchas ocasiones de protesta y solución a los pliegos de reclamos salariales.
También pudimos comprobar una triste realidad. Dirigentes que ingresaban al sindicato en busca de logros personales y muchas veces beneficiados con automóviles y otras prebendas que se les daba con el fin de pactar a favor de los intereses de la empresa. Esta costumbre siempre fue rechazada por nosotros. Critiqué a esos malos dirigentes y obtuve como premio mi pase despedida a TELECENTRO y donde no se nos quiso reconocer como locutores. Se nos ofreció trabajos de Estadística y fuimos el único que no aceptó tamaña felonía. Hasta que acabó el gobierno militar y volvimos a Canal 4.
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Dirigentes con el Gerente General que posa su mano sobre el hombro del Secretario Rodas. |
Allí, además de locutor, cumplíamos la labor gratuita de redactor los textos de promociones. Llegó un nuevo jefe y preguntó quién los hacía. Me presenté ante él y le dije que colaboraba con el asistente de grabaciones. Había un recomendado para el puesto y dijo que no le interesaba porque podría escribir bonito, pero no era publicista. Le agradaba lo mío. Ante esa oportunidad, acepté ganar un extra, pero no menos de lo que se le ofrecía al competidor y lo logramos. Esto ocasionó molestias entre mis colegas. Como Presidente de la Comunidad rechacé una cantidad de dólares que se nos ofrecía por nuestras firmas, a cambio de que ese dinero fuera para todos los trabajadores. Logramos 50 dólares por ayuda de escolaridad a nivel nacional a cada trabajador, cifra única que también cobramos nosotros. El sindicato en su pliego había logrado TRES SOLES.
¿Fabuloso, no? Por cosas del destino, mis padres fallecieron uno detrás de otro en un mes. El Sindicato y su Secretario General NICOLAS RODAS, nos otorgó una ayuda de "14 soles" aduciendo que ese era el monto que nos correspondía, debido al cambio del Sol que se devaluó en el gobierno de Fujimori. ¿Por qué aprobó su directiva sindical tamaña felonía? ¿Se podría considerar eso una ayuda? ¿No había sesos ni humanidad entre sus miembros? Es que pensaban que nosotros, como Presidente de la Comunidad, teníamos prebendas? No aceptamos aquella burla miserable de NICOLÁS RODAS y su directiva. Fue algo vergonzoso. Queda esta ingrata remembranza como huella de un miserable acto que no debiera repetirse jamás. Gracias.
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