Ante micrófono de ayer |
Evocamos el año 1955 y José Eduardo Cavero Andrade, el dueño de radio Victoria, se había comprometido a transmitir la famosa y tradicional celebración del "Día de la Fraternidad". Éramos todavía un novato locutor que había ganado el concurso de "Nuevas Voces" de su emisora y en Octubre del año anterior, cumplimos con la grata tarea de transmitir desde diversos lugares, la procesión del Señor de los Milagros. Un 22 de Febrero nos comprometió a esta tarea de informar sobre el famoso acontecimiento aprista. Recuerdo que le pregunté a Don José Eduardo sobre las pautas a seguir. Me respondió que en la Casa del Pueblo me iban a poner en autos.
Con Clemente Hidalgo, técnico de la emisora y gran amigo que recuerdo mucho, porque estuvo casado con esa gran locutora peruana Ana María Álvarez y con la que tuvo una hermosa bebé, hoy posiblemente una profesional, partimos con el debido tiempo a instalar el transmisor portátil y los correspondientes micrófonos. Íbamos, en cierto modo, a una aventura. Por razones de familia y en especial malos recuerdos del Comisario G. C. Don Ángel Serván CH., mi padre, cuando prestó servicios en Trujillo, escenario de una masacre a la policía y de la que escapó milagrosamente, no teníamos simpatía al partido de Alan García. Con los años cambiarían esos conceptos de mi parte, pero la familia... ¡ni hablar!
Fue todo un líder aprista. |
Nos dirigíamos a cumplir una labor profesional, es decir, a una función netamente de trabajo. Sólo teníamos 20 años de edad y aquello de ir a apreciar en vivo y en directo a Víctor Raúl, nos parecía irreal. Siempre escuchábamos su voz a través de la radio. El primer impacto que recibimos fue el recibimiento de tres colegas y glorias de la locución peruana: Pedro Tello Cadenas, Manuel Ñique Cornelio y Fidel Ramírez Lazo. Los tres, apristas hasta los tuétanos. Mucho mayores que yo y me extrañaba que, siendo grandes locutores, no aparecieran en el escenario. Me recibieron con mucho afecto y me llenaron de datos para leer durante la transmisión de la gran fiesta.
Foto característica de Haya |
Hoy, sonrío por lo iluso como me comporté. Sufrí una transformación que casi me convierte en "compañero". Recuerdo al inicial disertante, el famoso "cachorro" Manuél Seoane y que fue el primer lider al que presenté. Continuaría con Ramiro Prialé, Luis Alberto Sánchez y otros que, ante tanto entusiasmo y confusión, no recuerdo sus nombres. El aliento de Tello, Ñique y Ramírez Lazo, era constante. ¡Cómo quedar mal con ellos! Hasta que tocó el turno al jefe máximo. Quedé sorprendido por las atenciones que le brindaban los "compañeros". ¡Jefe! por aquí. ¡Jefe! por allá. Calculo que Víctor Raúl, estaba en toda la plenitud de sus facultades.
Masa humana en A. Ugarte. |
Olvidaba decir que observar la inmensa cantidad de pañuelos blancos en Alfonso Ugarte y los ¡Víctor Raúl!, ¡Víctor Raúl!, ¡Víctor Raúl!, me asombraron. Estaba de la noche a la mañana en la más grande manifestación aprista. Todo aquello lo narraba con entusiasmo y al presentar al "jefe", lo hice como si fuera un "compañero" más. En otras palabras ¡vivía el partido! Cada pausa del Jefe, le acercaban su vaso de agua y una bandeja con una toalla para que se refrescara el rostro. Víctor Raúl, jadeaba constantemente cuando recibía los vivas y aplausos de aquella multitud aprista. Fue una experiencia inolvidable estar a su lado.
Cuando volvimos a la radio, nos esperaba José Eduardo Cavero y nos felicitó por ser "aprista". Lo dijo en tono burlón y complacido por la transmisión. Lo peor venía después. Llegué a mi domicilio en mi querido Surquillo y un poco más "me matan". El antiaprismo se manifestaba en toda su expresión. Me dijeron de todo y en los tonos más álgidos. De castigo, no me habían guardado nada para cenar. Por más que quise explicar que lo había hecho cumpliendo un trabajo, no me aceptaron las disculpas. Esto disminuyó el festejo interior que llevaba conmigo, de haber cumplido con éxito mi tarea. ¡Gran iluso José Carlos! Gracias.